Aunque existen diversos materiales de
construcción que permiten su uso en obras hidráulicas, el hormigón sigue siendo
una alternativa realmente económica para dar solución a problemas relacionados
con la retención y almacenamiento de agua así como otros líquidos.
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Encofradores ajustando armaduras en muro. Créditos: Pxhere CC0 Public Domain |
Tan frecuente es su uso (mucho más con la
incorporación de los prefabricados) que los depósitos de hormigón pueden
encontrarse en proyectos de piscinas, almacenaje de vino, cubetos para
recogidas de hidrocarburos, industria ganadera y alimentaria, instalaciones de
riego por goteo, recogida de aguas pluviales, almacenamiento de agua para uso
residencial y BIEs…
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Cargas a las que puede verse sometido un depósito de un fluido. Imagen propia. |
Evidentemente, uno de los requisitos que debe
cumplir un depósito (sea de hormigón o no) es la superación de unos estándares
de resistencia y durabilidad pero, también, la impermeabilidad se presenta como
un condición indispensable. En el caso del hormigón esto se consigue con una
adecuada dosificación, compactación y curado.
Un correcto diseño y una adecuada ejecución
de las juntas evitarán fisuras por las que pueda permear el líquido. Resulta
prácticamente imposible alcanzar a construir una estructura de hormigón armado
con una inexistente fisuración pero si la anchura no excede de unos valores
tipificados el líquido no fluirá. Numerosos reglamentos internacionales se
hacen eco de este efecto (Cirsoc 2005 en Argentica, CBH 87 en Bolivia, NTCRC
2004 en México, GB 50010-2010 en China, R-033 en Rumanía, SIA 262:2003 en
Suiza, ACI 318M-11 en USA, NSR-10 en Colombia, CSA-A23 en Canadá, NTC 2008 en
Italia y el mismo Eurocódigo 2 de EU Internacional). En España, en el artículo
49 de la Instrucción EHE-08 se presenta la fisuración como un Estado Límite de
Servicio capaz de poner fuera de servicio la estructura no por falta de
estabilidad sino por cuestiones funcionales (aparte de otras como aspecto,
comodidad o la anteriormente mencionada, durabilidad). Cuando se calcula la
tensión de los aceros necesaria para cuantificar la anchura de las fisuras se
obtendrán en el estado límite de
servicio ya que este fenómeno se trata como un problema de servicio y no como
uno de agotamiento.
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Tabla para verificación de fisuras. |
Verificar el ELS de fisuración consiste en comprobar que la abertura característica de la fisura (wk)
es inferior al valor máximo (wmáx) recogido en la tabla 5.1.1.2 de
la EHE-08 una vez que la tensión de la fibra más traccionada supere la
resistencia media a flexotracción a partir de la resistencia media a tracción y
del canto de la pieza, todo ello, atendiendo al tipo de exposición de nuestra
estructura conforme a lo que recoge el artículo 8.
Un factor que el ingeniero no puede elegir es
la condición en que se encuentra el suelo ya que un diseño incorrecto puede
provocar asientos o, peor aún, asientos diferenciales si se trata de capas de
naturaleza diferente o flotación si la capa freática está próxima a la
superficie.
La flotación ocurre si el peso del depósito
es inferior al empuje generado por la capa freática por lo que hay que asegurar
que:
En algunos casos, cuando es necesario incrementar el
peso del depósito, es posible realizar un recrecido de la solera para que las
tierras circundantes colaboren aportando un peso estabilizante.
Incorporar juntas «water stop» en los lugares
adecuados, considerando la posibilidad de que estén sometidas a movimientos
estructurales, es algo necesario que no debe abandonarse a la improvisación en
obra debiendo quedar definido desde la fase de proyecto y supervisando la
correcta ejecución donde se respeten las distancias según se trate de juntas de
dilatación o de contracción. Uno de los errores que pueden ocasionar problemas cuando
la estructura entre en uso es no interrumpir las armaduras cuando éstas
atraviesan la junta impidiendo de esta forma el movimiento.
La losa inferior del tanque puede sufrir una
coacción al hormigonarla debido al rozamiento que se establece entre ella y el
suelo lo que provocará fisuraciones difícilmente predecibles. Colocar láminas
de polietileno en el fondo y acabar el hormigón de limpieza de forma cuidada
ayudarán a mitigar este efecto.
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Losa armada en estado previo al hormigonado. Imagen propia. |
Colocar un tacón para encofrado coincidiendo con el
inicio de la pared del depósito para sujetar sobre él el encofrado es una buena
práctica que permitirá hormigonar una mayor altura en una única operación siempre que se asegure
un correcto vertido y una adecuada compactación.
Si hablamos de las acciones que experimenta el
depósito deberemos fijar nuestra atención en sus condiciones con el entorno y
en las distintas subestructuras que lo componen. El empuje hidrostático será
una acción permanente sobre las caras interiores del muro. Cuando el depósito
se encuentra vacío entra en juego la presión del terreno debida al peso propio
y cuando el depósito se encuentra lleno, la presión del terreno que carga la
losa sería la diferencia entre las presiones verticales hacia arriba y hacia
abajo. En el caso en que el nivel freático se halle sobre el nivel de la
solera, cuando se calcule ésta habrán de considerarse, además de las tensiones
del terreno, el empuje debido a la subpresión.
Las tierras circundantes actuarán sobre las caras
exteriores de nuestro muro —aportando una componente estabilizadora del peso
sobre el talón si éste existe—.
En caso de muros de hormigón pretensado se provoca
una acción que comprime circunferencialmente la pared y compensa parcial o
totalmente los efectos de tracción que se originan por causa del empuje
hidrostático, el gradiente de temperatura, la retracción, etc. Esto se ve
materializado en armaduras postesas que se anclan en los contrafuertes y son tales
los efectos que se producen en caso de desviaciones sobre proyecto que
requieren un riguroso control de ejecución. Por último acciones de carácter sísmico,
de viento expuesto —caso de que no se trate de depósitos enterrados—, la acción
térmica y otra suerte de efectos diferidos como retracción, fluencia y
relajación, obligan a aumentar las cuantías geométricas de las armaduras
debiendo tenerse en cuenta al evaluar las fuerzas de pretensado.
Cuando se cuente con capacidad para decidir la forma
del depósito —cosa que no siempre es posible— pueden adoptarse unos criterios
básicos:
1.- Cuando
los empujes se resisten mediante fuerzas de tracción-compresión se puede
recurrir a depósitos circulares que se estudiarán estableciendo las analogías
de membrana.
2.- Cuando
los empujes se resisten mediante un trabajo de flexión se recurre a depósitos
rectangulares o a depósitos circulares calculados frente a fuertes presiones
(en contraposición de las moderadas presiones a que se ven sometidos los del
apartado anterior).
La complejidad del modelaje de esfuerzos actuantes en depósitos de cierta envergadura lleva
a adoptar métodos de cálculo basados en escalar el problema que, si bien son
conocidos desde hace siglos —ya Arquímedes hace más de 2200 años usaba pequeñas
áreas y volúmenes conocidos para calcular otras mayores— el empleo de
herramientas informáticas ha beneficiado en mucho su uso. Se trata de
descomponer la estructura en secciones de planta horizontal y ménsulas
verticales y aplicar una descomposición de la carga exterior ajustando la
compatibilidad acordada en los corrimientos radiales de los distintos estados
con el fin de obtener ecuaciones de cambio de la presión anular —de diagrama no
lineal— y el momento flector debidos al empuje del líquido. Este modelo permite
cuantificar y ubicar las unidades de refuerzo pretensado transformando la
función real en un diagrama de tipo bilineal que resulta mecánicamente
equivalente.
Modernas técnicas de análisis denominadas de
elementos finitos (MEF) permiten realizar discretizaciones espaciales y
temporales para aproximarnos a la solución matemática ideal. El empleo de esta
herramienta con una “alta definición” de cálculo proporciona un número fabuloso
de ecuaciones que hay que afrontar con sofisticados métodos de cálculo y con la
inestimable ayuda de software de análisis estructural. Sin embargo, desde antes
de estar inmersos en la era de la computación, se construían depósitos estables
muchos de los cuales aún mantienen en su período de vida útil y esto se explica
porque se pueden emplear métodos simplificados que se aproximan adecuadamente a
la solución y que, como demuestra la experiencia, resultan de una aceptable
seguridad. Estos métodos suelen pasar por calcular las paredes como placas
rectangulares sometidas a cargas de tipología triangular (líquido, tierras…)
con un apoyo empotrado por todos sus lados salvo el borde superior considerado
libre. La base, sin embargo, es más difícil de modelar con características
estándar dado lo impredecible del terreno y para ello el ingeniero contaba con
la inestimable ayuda de numerosas tablas y prontuarios donde se evaluaban las
fórmulas de Terzaghi, Coulomb, Atterberg, Darcy, Casagrande, Chellis, Hiley,
Menard, Peck, Feld y tantos otros nombres ilustres de la mecánica de suelos.
Autor: Prof. Javier Luque
Bibliografía:
– Instrucción EHE 08
– Hormigón armado y pretensado. Juan Murcia
Vela y otros autores
– Hormigón armado. Alfredo Páez
– Hormigón armado (tomo 3º). Álvaro García Meseguer
– Hormigón armado. André Guerrin, R. C
– Muros de hormigón armado. José Calavera
Ruiz
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