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domingo, 26 de julio de 2020

¿Volver a las aulas en septiembre? Sí, pero no.

Tras un final de curso escolar anómalo, con multitud de situaciones inéditas, la sensación que predomina ahora entre los docentes y las familias es la de incertidumbre. Estamos saturados de propuestas vacías, mensajes de calma (que aterran más que tranquilizan) y campañas publicitarias triunfalistas que muestran centros educativos teatralizados que no existen, con niños listísimos, educadísimos y respetuosísimos de las normas que disfrutan de aprender en pequeños grupos, rodeados de alta tecnología y respaldados por implicadísimas familias que ayudan en todo lo que pueden al funcionamiento del centro escolar. Lo dicho, una farsa, una pantomima que no puede estar más alejada de la realidad pero, claro, qué sabrán de lo que se cuece en el interior de las aulas quienes solo recuerdan haber accedido a una en calidad de estudiantes.



Usando una metáfora, si el centro que nos venden en las campañas publicitarias fueran los coches eléctricos autónomos de Tesla circulando por amplias autopistas, la mayoría de los centros serían utilitarios, con muchas ITV pasadas, en una carretera de montaña. 

Los problemas que acontecerán desde el inicio de curso se pueden adelantar desde hace meses. En aquel momento es cuando deberían de haberse planteado unas claras directrices que sirvieran de hoja de ruta homogénea para todo el colectivo a nivel nacional. No es momento de que los políticos se pongan a manipular, a tirarse los trastos a la cabeza y a reclamar competencias como herramienta política para secuestrar la educación plegándola a sus intereses sino de tener altura de miras y reconocer que la cuestión es sanitaria y que se nos va de las manos. La forma en que salgamos del siguiente curso no aparecerá en el informe PISA, en el PIRLS, en el TIMSS o en las valoraciones de la OCDE, saldrán en las listas que suministre el Instituto de Salud Carlos III y en las de AESPROF (la Asociación Española de Profesionales de Servicios Funerarios).

Las directrices que se están recibiendo en los centros son de risa (si es que queda alguien con ganas de reír) pues, en primer lugar, por la fecha en la que se reciben, deja sin margen real de maniobra a los equipos directivos para ejecutar medidas estructurales (ya ha comenzado un carrusel de dimisiones en bloque, por cierto). Si no se puede contar con una bajada de la ratio, ni con un mayor número de docentes, ni ampliar espacios, ni crear turnos de mañana y tarde, ni aumentar carga horaria a los docentes, ni reducir carga lectiva a los estudiantes y, por supuesto, la presencialidad es un requisito no negociable, parece que solo queda la opción de inundar el centro de señales y colocar los botes de gel hidroalcohólico esperando que sigan allí una semana más tarde. 

Por otro lado, la Administración tiene la obligación de proteger a sus empleados pero, claro, tenemos el recuerdo reciente de los sanitarios que se las han visto y deseado para tener un mínimo de seguridad trabajando en precario. A ninguna empresa se le permitiría poner a trabajar a sus trabajadores sin los equipos de protección individual (EPI) necesarios so pena de que los órganos de vigilancia de la salud acabaran llevándolos ante los tribunales pero, claro, entre bomberos..., no se pisan la manguera. 

¿Eres docente y te ves empezando el curso con mascarilla higiénica? MAL. Está muy bien proteger a los demás pero en tu trabajo te tienen que proteger a ti. ¿Con mascarilla de tela que muestre el logo institucional en lugar del marcado CE? MAL. Déjate de marcas corporativas y que te den algo que te proteja. ¿Con mascarillas que compras tú de tu bolsillo? MAL, la obligación de llevarla la tienes hasta entrar en tu centro de trabajo, a partir de ahí le corresponde al empleador. ¿Con mascarillas homologadas pero en cantidad insuficiente que permita usarla el número de horas recomendadas por el fabricante? MAL, porque a partir de entonces la mascarilla deja de ser un EPI para convertirse en un complemento bastante poco estiloso, por cierto. Podríamos hacer todo tipo de preguntas sin obtener respuesta: ¿Cómo se aseguran las distancias de seguridad si para establecer 1,5 metros de separación entre 32 estudiantes se necesitan aulas con más de 86 m2 y la media apenas supera los 50? ¿Y si un alumno olvida/pierde/extravía la mascarilla?¿Se le ofrece una de cortesía apelando al concepto de enseñanza gratuita?, ¿dos?, ¿mil?¿Cómo se garantizan las renovaciones de aire que recomiendan las autoridades sanitarias? ¿Cómo se recatalogan las medidas disciplinarias? Toser a la cara a un profesor ¿es ahora una falta de educación?, ¿una agresión a la autoridad?, ¿un potencial homicidio imprudente si es una persona vulnerable?  

Imagino a esa persona de alta moral y profundo conocimiento del sistema educativo garabateando en su bloc de notas la solución definitiva en sintonía con el clamor de los docentes, escuchando dentro de su cabeza la letanía... "reducir los grupos, aumentar los recursos humanos, flexibilizar horarios, dotar de EPI, reforzar limpieza, aumentar distancias, hibridar la metodología...". Luego, calculadora en mano, echa unos números gordos y compara lo que marca la pantalla con la cifra del papelito que le han entregado escrito a lápiz. La imagino frunciendo el ceño, rascándose la cabeza, levantándose de la silla mientras arranca la hoja del bloc y la arroja a la papelera con un tiro parabólico perfecto. Luego, vuelve a sentarse y tacha una cosa. Luego otra. Y otra más. Toma de nuevo la calculadora y unos segundos más tarde ¡zas!, otro triple en la papelera. Nuevos intentos, puños arremangados, una docena de botellas de agua abiertas sobre la mesa, una treintena de páginas web abiertas para husmear lo que proponen en otros países más afamados en soluciones creativas, más resolutivos en problemas de calado. Nada. Bola tras bola se va llenando la cesta. Saca el móvil y entra en las redes sociales para conocer qué se cuece. Nada nuevo. Familias criticando a los centros, docentes criticando a la Administración, un puñado de hilos de varios «TL» de Twitter que acumulan peligrosamente likes y retuits pero nada de qué preocuparse, es siempre más de lo mismo. Finalmente se levanta con la única solución que cuadra con la cifra apuntada en el papel. Piensa un nombre con gancho, porque siempre tiene que haber un nombre que ilustre la propuesta y lo apunta en el papel que le entrega al político, que sonríe con gesto de complacencia. 

— "Buen trabajo, otra vez lo has hecho posible" —supongo que habría dicho mientras busca en su teléfono el nombre del primer periodista al que filtrará la exclusiva para soltar el globo sonda y pulsar el sentir de los afectados.
Un tono, dos tonos...
— Dime X
— Lo tenemos.
— ¿El plan de acción?
— Sí, totalmente detallado. Hemos analizado absolutamente todas las variables con nuestro equipo  multidisciplinar de expertos y con la participación activa de representantes de todos los estratos de la comunidad educativa.
— Genial, cuéntamelo todo.
— Todo a su tiempo, por ahora, te esbozo la idea. Apunta: BURBUJAS.

Y así comienza el desastre. Burbujas. Grupos de convivencia estable... dentro del horario lectivo. Burbujas que contienen una treintena de individuos (incluidos los docentes, que acceden a otras burbujas como parte de su trabajo) que permanecen juntos para recibir clases, que van juntos a laboratorios, talleres, aulas de informática, gimnasios, aulas de música... donde ya han estado otras burbujas.  En infantil y primaria, aún será mucho peor por la existencia de centros con aulas mixtas (de varias edades), la necesidad de una mayor proximidad en el trato y por la imposibilidad de luchar contra el factor de grupo, contra la curiosidad y contra el sentimiento de inmunidad que todo niño tiene y que le ayuda a experimentar y a conocer el entorno que le rodea. 

Esas burbujas alojarán a alumnos que tendrán hermanos en otras burbujas, quienes compartirán actividades extraescolares, irán a las mismas zonas de juego y acudirán con sus padres a las mismas cafeterías. En muchos casos, sus padres, también pueden haber sido «burbujeados» en sus respectivos trabajos (puede que también profesores o maestros, por qué no) y todas esas burbujas confluirán en las casas y ¡pum! a tomar por saco el planazo.

Los medios materiales para detectar los síntomas son los que son, que nadie piense que los centros van a tener a la entrada una cámara termográfica como esas modernas que aparecen en los aeropuertos. Lo que habrá en la puerta será un precioso cartel que dirá poco más que si te encuentras con síntomas febriles acudas al centro médico y sigas las instrucciones. Esto me lleva a pensar que voy tarde para comprar acciones de Dalsy porque es evidente que si una familia depende de su trabajo para poner un plato de comida en la mesa no se puede permitir faltar porque una criatura tenga unas décimas y, aunque parezca un método poco preciso, es lo que se usará para cribar porque no hay dinero para otros medios. La fiebre en sí misma no representa nada es solo una manifestación de que el cuerpo ha puesto en marcha el mecanismo inmune para defenderse de un ataque pero ¿qué lo ha provocado? Puede ser  una bacteria, una reacción a un antibiótico, o a una vacuna... Y ¿qué ocurrirá cuando un niño de una burbuja presente síntomas febriles? ¿Se decidirá confinar a toda la burbuja? ¿Se mandará a casa al docente? ¿A todos los grupos en los que este haya entrado? ¿Y a los hermanos de otras burbujas? ¿Y los niños que van con este al conservatorio, al judo, a las clases de tenis o de ajedrez? ¿Y sus padres? ¿Tendrán que notificar en el trabajo que alguien de su familia está siendo investigado? ¿Y los hijos del docente? ¿Y los compañeros de burbuja de estos?...

El conflicto está servido porque es evidente que el plan educativo ha pasado a un segundo o tercer plano. La escuela será un lugar para poder retener de forma controlada a los estudiantes y, si de paso, se pueden repetir unos resultados tan maravillosos como los recogidos en junio por imperativo legal, pues mejor que mejor. 

Hasta el momento no hay forma de saber cómo evolucionará esta nueva oleada pero habida cuenta de la nueva propagación no pinta bien la cosa. A finales de junio leí un artículo donde un periodista se preguntaba qué hubiéramos hecho en marzo de saber la que se nos venía encima. Ahora sabemos la respuesta: NADA. Estamos en una situación similar a la de marzo con la salvedad de que no tenemos complicaciones añadidas debidas a otras patologías estacionales que no se presentan en los meses estivales y hemos perdido el miedo. La falta de transparencia y la aparente arbitrariedad a la hora de fijar las medidas desde las distintas administraciones, las ganas de políticos y periodistas de adelantarse a los científicos a la hora de hacer declaraciones que obligan a constantes retractaciones y cambios de rumbo y un hartazgo generalizado por la represión de las libertades básicas ha favorecido que aumente el número de incrédulos y que los desaprensivos que ignoran las normas campen a sus anchas sin consecuencias.

El plan B de la escuela, el de usar la educación online (que no «a distancia» que es otra cosa mejor diseñada) para suplir la presencia física en el aula no puede entenderse en los términos que han venido dándose en el último tramo de curso. ¿Se imaginan que un profesor tuviera que comprarse una cámara, un micrófono, una tableta, licencias para programas, contratar un plan de más tráfico de datos o, incluso, adquirir un ordenador para poder hacer su trabajo? Pues ha pasado y no es un caso aislado ni mucho menos. 

La realidad es que el plan B será el nuevo plan A. Es algo a lo que tendremos que acostumbrarnos cuanto antes.
Entonces, ¿acaso es un tema sin solución? Pues no... pero sí. Habría un cierto margen de maniobra si hubiera dinero paro la Educación pero la prioridad ahora es estimular el comercio, la industria, el turismo... hacer circular el dinero, salir del bache. La escuela ha quedado relegada a un lugar donde mantener ¿seguros? a los chavales para que sus padres puedan contribuir a voltear la crisis que ya lame la suela de nuestros zapatos. 
¿Comenzarán las clases presenciales en septiembre? Si el criterio es el mismo que hubo en marzo para confinarnos, no. Si el criterio es el mismo y se abren los centros, sabiendo ahora lo que sabemos, sería un acto ruin que pondría en peligro la salud de todos pues ya se ha comprobado que los menores suponen un vector de contagio tan activo como cualquier adulto, si no más.

Si el criterio ha cambiado, es difícil defender el porqué nos mantuvimos confinados un centenar de días paralizando la actividad económica y creando una herida laboral que tardará en cicatrizar. 
Mientras tanto, no se esperan dimisiones de responsables políticos que se acogerán a lo inédito de la situación. No se esperan huelgas de los docentes pues los sindicatos están más preocupados en otros menesteres y si se aspira a algo es a meros gestos simbólicos que sobrecargarán de trabajo adicional a los equipos directivos y no tendrán trascendencia real. Además, como siempre ocurre cuando desfilan las vacas flacas, nadie respaldará a un colectivo que desde muchos ámbitos se han esforzado en presentar como privilegiado.

En esta tierra baldía que es la Educación no hay corporativismo, no hay unidad, no hay respaldo al individuo ni consenso en el colectivo. Se nos olvidan los derechos y extendemos motu proprio nuestras obligaciones. Es por ello que el sistema aprieta, se desembaraza de sus obligaciones y traslada la gestión de la crisis a los propios centros a sabiendas de que por mucha autonomía que se le quiera atribuir carecen de medios, financiación y libertad de movimiento. Salvar el cuello el curso pasado, como bien se pudo a partir de la buena voluntad de todas las partes, es una cosa y comenzar el nuevo curso con las mismas improvisaciones es otra bien distinta que muestra una falta de responsabilidad intolerable y una dejadez de funciones por parte de la Administración. 

¿Saldremos de esta? Claro, siempre lo hacemos pero, ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar los profesionales de la enseñanza, las familias, los alumnos? ¿A qué precio? ¿En qué condiciones?

Javier Luque.





Imagen de cabecera: https://pixabay.com/es/photos/escuela-protector-bucal-m%C3%A1scara-5058305/ /autor: Alexandra_Koch


















26 comentarios:

  1. Yo y el resto de la población mundial lamentamos informarle a usted y al resto del sector de la educación que la "normalidad" ha cambiado.
    La enseñanza igual que el resto de las profesiones tienen que asumir de una vez que van a estar expuestos igual que los cajer@s, camarer@s, medic@s, fruter@s y el resto de profesiones. Por favor, dejen de considerarse una profesión de primera con más derechos y privilegios que el resto.
    En todo momento su escrito no hace otra cosa que generar justificaciones para no exponerse a la cruda realidad que vive el resto el mundo. Si no quieren trabajar abandonen sus cómodas plazas de funcionariado y dejen que otros con más ganas de trabajar las ocupen.
    Dejen de quejarse del teletrabajo; el resto de profesiones de la empresa privada se pagan su conexión a internet, sus camaras webs y de lo contario se van a la ingresar las filas del paro. Y no hablemos de que en la educación infantil cuando ustedes teletrabajan hay una parte de sus atribuciones que la realizan los padres... Van a renunciar a parte de su sueldo por ello?

    En serio... Por favor, venir a la misma realidad que el resto del mundo y salgamos de esta todos juntos.

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    1. Bravo!!! No podría haber explicado mejor la opinión de la mayoría de padres que no hemos dejado de trabajar ni un solo día desde el comienzo de esta crisis, con iguales o mayores riesgos a los que se enfrentan ellos, y que además hemos tenido que hacer de maestros de nuestros hijos.

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    2. ¿Conoce verdaderamente la situación que vivió cada persona en su hogar incluidos los profesores?
      Al igual que usted vivió la suya, no debe presuponer que fue peor que la del profesorado u otro funcionario público porque está cayendo en un grave error. También son padres, hermanos e hijos.
      Respecto a lo de ser padres, es una de las consecuencias inherentes a la libre decisión de tener hijos: usted es el reponsable legal de su hijo hasta que cumpla la mayoría de edad.
      Antes de ser padres, las personas valoran traer un hijo al mundo o no, porque es innegable que unos padres deben educar, alimentar y ayudar a su prole siempre. Deben asegurarse que ese niño/a sea autosuficiente y responsable... algo que muchos no han conseguido haciendo el trabajo por ellos, aunque es una decisión personal que obviamente trae consecuencias negativas que los padres y los hijos deberán asumir. Aunque por encima de todo, está libertad de elección.

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    3. Si te parece tan cómoda la plaza te invito a realizar la carrera durante cuatro años y superar una insufrible oposición(que no siempre te garantiza la plaza), viajar por doquier haciendo sustituciones hasta que consigues la plaza....Y pasado esto a trabajar enfrentándote a niños cada vez más maleducados y padres/madres que tienen la valentía de decirte como hacer tu trabajo(cuando nosotros no vamos a sus empresas a decirles como gestionar su empleo o como hacer el arroz a la ama de casa).
      Nosotros también hemos pagado nuestra conexión a internet, hemos teletrabajado y contestado a mensajes durante tooodaaaa la semana y las 24h del día, hemos ayudado a nuestros hijos con los deberes(porque también somos padres).
      Como maestra de infantil, me he hecho una youtuber profesional, explicando a mis niños tooodaaasss y cada una de las actividades que enviaba, haciendo sesiones de psicomotricidad, contando cuentos, cantando canciones y un largo sinfin de de cosas más que me llevaron muuuchaaaas más horas que mi jornada de trabajo. Pero no importa, porque la mía es una profesión por vocación y yo la tengo.Lamentablemente, estamos en una pandemia y hemos tenido que abandonar las aulas cosa que los maestros no hubieramos querido, ya que es imposible sustituir las relaciones emocionales por un ordenador o tablet.
      Ah, por cierto, nosotros también realizamos muchas competencias de los padres(no sólo durante una pandemia) y no les pedimos parte de su sueldo. Ésto sí es "venir a la misma realidad que el reto de mundo"

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    4. Estimada «anónimo» la situación no ha dejado de cambiar desde hace años. Esta profesión solo aparece como "privilegiada" cuando la situación económica es mala o peor. Cuando profesiones tan dignas con un albañil, un transportista o un autónomo de restauración ganaban en un mes lo que un funcionario en medio año nadie miraba a esos pobres que se habían pasado media vida estudiando y preparando una oposición (de libre acceso, por cierto) para formar a la próxima generación. Generación que, espero, pueda expresar también su opinión libremente y tenga amplitud de miras para entender que hay opiniones justificadas contrarias. La situación laboral de un colectivo no se mejora empeorando las de otro, se consigue luchando. ¿Acaso cree que nosotros cobramos de lo que usted deja de ingresar? No, nosotros hacemos nuestro cometido, con creces (siempre hay excepciones pero seguro que entiende que me refiera a la mayoría), no solo en el plano académico sino en el personal, aceptando retos y atribuciones que si cumpliésemos su ideal de funcionario dejaríamos aparcados en la puerta a las 15.00h hasta el día siguiente y en cambio empleamos nuestro tiempo personal (sí, porque en lo público no hay horas extras), días no lectivos (todos resolvemos dudas en fines de semana, corregimos, preparamos actividades, hacemos videotutoriales...lo que sea) y ayudamos a las familias en todo lo que podemos. La Escuela no es un aparcamiento de niños (aunque algunos lo pretendan) es un lugar de aprendizaje, de conocimiento, de sociabilización donde todo se centra en los alumnos pero es sostenido por los docentes.
      Por otro lado, pensar en los docentes como "padres suplentes" es un error. Yo tengo un hijo y sé dónde empieza y dónde acaba la función de un docente. Y sé que la de padre no acaba NUNCA. Situaciones excepcionales obligan, como usted preconizaba al principio, a una «nueva normalidad» y cuanto antes nos demos cuenta, mejor.
      Lamento mucho si su situación laboral le obliga a exponerse a enfermedades, poner medios de su sueldo y trabajar en precario, espero que mi colectivo no llega a tanto. Afortunadamente, contamos con servicios de vigilancia de la salud, inspección de trabajo y auditores de cuentas que estarán encantados de tramitar su denuncia. Y harán su trabajo, porque han estudiado para ello. Saludos cordiales.

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  2. Realmente la Educación siempre ha estado relegada a un segundo, tercer o cuarto plano. Pero los docentes sabemos lo importante que es lo que estamos haciendo. Ahora vienen retos importantes y, como siempre, la eficacia de las medidas políticas brillan por su ausencia. Extraordinario artículo, enhorabuena. A ver qué tendrás que poner en artículos posteriores, cuando estemos dando clase. Un abrazo

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  3. No, anónimo, hay una gran diferencia: tendremos que estar en un sitio cerrado con 30 personas QUE NO LLEVAN MASCARILLAS. Dígame en qué otra profesión ocurre eso, porque yo no conozco ninguna

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    1. Se ha fijado en el trabajo de los camareros de bodas, bautizos y comuniones?

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    2. Yo sí. ¿Y usted? Yo veo a los camareros/as entrando y saliendo del salón de bodas (que, por cierto, suele ser amplio y en muchos sitios aún tiene el aforo limitado). Y veo a los docentes en un espacio bastante más reducido durante toda su jornada laboral, estáticos. Veo a los camareros acercándose a servir por la espalda, a los docentes de frente. Y aún así veo que los camareros no están lo suficientemente protegidos, al igual que los docentes en esta porquería de protocolos, e intento aportar lo que puedo para ser parte de la solución y no del problema. A usted, aparentemente, se la trae al pairo y además se atreve a inventarse que nos creemos con más derechos que nadie. Pues no, yo no creo eso; creo que no tenemos menos derechos que otros a ejercer nuestra profesión en un entorno seguro, que es bien distinto

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    3. Me olvidé de mencionar que no conozco ningún salón de BBC con solo 1'5 metros cuadrados por comensal. ¿Usted los conoce?

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  4. No, anónimo, hay una gran diferencia: tendremos que estar en un sitio cerrado con 30 personas QUE NO LLEVAN MASCARILLAS. Dígame en qué otra profesión ocurre eso, porque yo no conozco ninguna

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    1. Se ha fijado en el trabajo de los camareros de bodas, bautizos y comuniones?

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  5. Lo que se expone no es sólo por los docentes, es por todos. Si metes en varias habitaciones cerradas a 30 personas, que no sabemos si podrán aguantar con la mascarilla puesta 6 h, es un problema sanitario. Hasta en los bares se guarda la distancia de seguridad, en un aula no. Me preocupa también como madre y como ciudadana esta situación. Y si no, ya se verán los rebrotes con el inicio de las clases. En otros países, como Holanda, han establecido que sea semipresencial, unos alumnos van unos días y otros, otros días y listo, solucionado los 15 alumnos por aula y las distancias de seguridad. Aquí no se va a hacer nada para establecer esa seguridad ni habrá un policía que multe al niño si se quita la mascarilla entre clase y clase. En ningún momento del artículo pone la profesión por encima de las demás, solo critica y expone la situación que vamos a tener todos con el inicio de las clases, por carecer de medidas reales. Un cajero tiene su pantalla protectora, un camarero la distancia de seguridad, las empresas privadas dotan a sus trabajadores de equipos, la Junta no nos dota de nada, todo es con nuestro dinero particular, que hemos pagado, por vocación, material tecnológico para seguir dando clase en el confinamiento. Esto se trata de una cuestión de salud de todos. No sé porqué cuando un funcionario habla o denuncia una situación es criticado por ello. Otra prueba más de cómo ve la gente la Educación. Como bien dices, que salgamos de ésta(con tilde), juntos. Que así, no vamos a salir.

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  6. Antes de nada, darle la enhorabuena a D. Javier Luque, autor del artículo que algunas personas (como ANÓNIMO, 27 julio 1:23 h) deben volver a releer.
    No se puede hablar con más propiedad porque el autor, aún siendo docente, ha trabajado en la empresa privada durante MUCHOS años... le sorprenderían cuántos como ingeniero en primera línea "a pie de obra". DE AHÍ QUE NO HABLE ÚNICAMENTE COMO DOCENTE. Es un reconocido experto en riesgos laborales y muchos más campos (es clave saber quién, la formación y todo el trabajo que ha desarrollado la persona que escribe), de ahí que todos los datos que aporta en el artículo están a abalados y contratados 100%.
    Es una vergüenza que CUALQUIER TRABAJADOR EN ESPAÑA tenga que estar expuesto a esta situación SEA FUNCIONARIO O NO.
    Todos los profesionales esperamos que no se vuelva a repetir el caos y el desastre que sucedió en la primavera pasada... algo para olvidar Y NO PERMITIR QUE SUCEDA DE NUEVO.

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  7. Claramente la solución es la educación a distancia. Con ello se puede aumentar el ratio tranquilamente a 2000 mil alumnos por maestro. Considerando que un maestro atiende a 30 alumnos el país se ahorrará 66 puestos de trabajo por cada 2000 alumnos. Si a una media de 25 mil euros anuales dividimos el sueldo de esos maestros entre las familias; eso les dará cerca de 900 euros anuales a modo de paga por conciliación familiar. La verdad que es insuficiente para las familias, pero menos da una piedra...

    Y los maestros seguro que encuentran trabajos más gratificantes y con menor exposición a posibles contagios.

    TODOS FELICES!

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    1. Teniendo en cuenta que he tenido una media de 150 alumnos y en una semana de confinamientorconfinamiento más de 400 correos electrónicos con actividades para corregir, dudas que responder y calificaciones para enviar y familias a las que atender, si me tengo que encargar de 2000 alumnos, tendré una media de 5333 correos por semana... ¿Cree que con 24h al día (sin dormir claro) voy a poder responder a todos mis alumnos y a sus familias?

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  8. Claramente la solución es la educación a distancia. Con ello se puede aumentar el ratio tranquilamente a 2 mil alumnos por maestro. Considerando que un maestro atiende a 30 alumnos el país se ahorrará 66 puestos de trabajo por cada 2000 alumnos. Si a una media de 25 mil euros anuales dividimos el sueldo de esos maestros entre las familias; eso les dará cerca de 900 euros anuales a modo de paga por conciliación familiar. La verdad que es insuficiente para las familias, pero menos da una piedra...

    Y los maestros seguro que encuentran trabajos más gratificantes y con menor exposición a posibles contagios.

    TODOS FELICES!

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    1. Apreciado "anónimo". La educación a distancia es lo contrario a lo que se necesita. Aumentar la ratio ¿a 2 mil estudiantes/docente? ¿Por qué no a 5000? Ello muestra el grado de desconocimiento con el que habla. ¿Qué se piensa que hace un docente de educación a distancia?¿Por qué no apostar por una aplicación informática que expidiera los títulos al finalizar un número de horas? Porque es imposible e inútil. Porque ese modelo de autoaprendizaje está al alcance de muy pocos. Porque no permite en los niveles inferiores el trato personal que ayuda a eliminar las barreras de socialización. Porque es un sistema deshumanizado que no atiende a las desigualdades. Porque la educación dejaría de ser un ascensor social y perjudicaría a los de siempre (los de abajo). Porque va en contra de la conciliación al tener que estar el estudiante en casa y sin supervisión (¿o cree que vale más lo que se invierte en 1 docente que lo que dejarían de ganar 30 familias que tuviesen que dejar el trabajo para estar con sus hijos?).
      Y la repanocha es pensar que lo que se ahorre se reingresará en las familias. En fin..., cada cual es libre de pensar pero siempre recomiendo que a la hora de hablar se haga con datos que se sustenten. No es el caso. Saludos.

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  9. Tiene razón en todo, Javier Luque. Las recomendaciones de Sanidad sobre distancia física, lavado de manos, uso de mascarillas, reuniones de menos de 10 personas, evitar aglomeraciones , son imposibles de realizar en los centros de enseñanza. Estos se convertirán, irremediablemente, en focos de propagación del virus.

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  10. Y por cierto, no sé qué tiene que ver la enseñanza con bodas, bautizos y comuniones. Qué yo sepa, nada.

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  11. Madre mía, qué acierto al describir la situación, al hacer las preguntas que no tienen respuesta, al reflejar la falta de mando y de medios.

    Tendremos que afrontar, no va a quedar más remedio, una situación insegura y cargada de ansiedad.

    Hemos sido testigos del sufrimiento silencioso de la infancia y de sus cuidadores. Presencial o no, tenemos una relación, una influencia, una responsabilidad, respecto al alumnado. Va a seguir siendo muy necesario poner lo humano por encima de lo académico. Y hacer equipo. Y sacar la cabeza por encima del lodo. Y reivindicar: sobre las necesidades de la infancia y de los profesionales de la educación.

    Felicidades por el artículo, es brillante y pone voz a lo que resulta difícil expresar.

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  12. Muy estimado/a "anónimo" yo como profesora de infantil solo le quiero decir una cosa. Quiero dar las gracias a todas las familias con las que he podido trabajar durante el confinamiento porque me han apoyado a mi y a mis compañeros el 100%. Se han esforzado en lo que han podido y algunos incluso con dos y tres hijos/as en casa y teletrabajando. En mi caso poder teletrabajar desde casa horas infinitas y no remuneradas por cierto, mientras mi niño de 2 años se pasaba horas infinitas viendo la tele, porque yo no le podía atender devidamente puesto que tenía que hacer mi trabajo ha sido un sobre esfuerzo. Y no es que me esté quejando, pero no ha sido fácil para nadie. Y los que más han sufrido han sido los niños a si que padres no se me quejen tanto de que han tenido que trabajar mucho, pues como todo el mundo. Y los que somos padres y profesores que estamos en los dos lados lo sabemos de primera mano. Yo nunca me he sentido privilegiada por trabajar de profe si alguien me explica por favor donde están los privilegios de ser profe. Que me lo diga por favor, porque si ni los padres aguantan a sus hijos en verano que están deseando que empiece el cole, ¿Porque tengo yo que aguantar a algunos niños y familias maleducadas durante 10 meses al año? Ese no es mi trabajo. En ocasiones los profes también ejercemos de padres y no nos quejamos tanto. Y ese no es mi trabajo. Mi trabajo consiste en educar a los niños en valores de compañerismo, trabajo en equipo, solidaridad, aprender a compartir y otras muchas más cosas. " ¿Es que no te da vergüenza que la niña salga despeinada? “ mire señora es que ese no es mi trabajo. Bueno resumiendo gracias que podemos disfrutar de dos meses de vacaciones en verano, porque si no, no habría nadie en plantilla porque estaríamos todos en el sanatorio mental. Haciendo transformadores eléctricos trabajaba mucho más tranquila, sin gritos, ni ruidos... Pero trabajo de profe porque es vocacional y yo lo he elegido. Por cierto si tengo que volver en septiembre con mis 22 niños de 4 años en una clase minúscula donde no cabe ni una mosca, los niños chupando los juguetes, tocandose entre ellos, dándose besos y abrazos, estornudadose y tosiendose encima, una simple mascarilla y un gel no me sirven. Y si alguien no lo entiende y está dispuesto a llevar a su hijo al aula en esas condiciones. Es que o le da igual la vida de su hijo, o la de sus abuelos y demás familiares o no se. Porque yo como profe y madre no pienso llevar a mi niño al cole en esas condiciones.Un saludo, gracias.

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    1. Tu trabajo es enseñar, no educar. Espero que el "devidamente" sea un error del corrector, aun me sangran los ojos.

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  13. Gracias Javier como siempre por compartir tus reflexiones tan acertada y expresadas desde el conocimiento y la experiencia. Experiencia profesional y no en pandemia porque en esto creo que todos tenemos muy poca, esto nos debería llevar a usar el sentido común, que como sabemos es el menos común de los sentidos y sobretodo escuchar a los expertos, que creo que es lo que menos está haciendo la administración. No nos engañemos ha salido muy barato la educación a distancia y los resultados académicos han sido excelentes, así que no creo que les tiemble el pulso para mandarnos todos a casa, pero está vez con el agravante de no haber programado esta enseñanza on line y no por falta de tiempo.
    Pero me ha sorprendido más los comentarios de algunos lectores de este blog ya que yo sí estoy preocupado por los posibles contagios de mis hijas y creo que sí se podían haber tomado muchas medidas para no hacinar a 27 alumnos de 5 años en un aulas de 40 m2, pero como docente se que pierdo toda la autoridad para hablar como padre, aunque no se porque, ya que me preocupan mucho más mis hijas que mis alumnos, siento ser tan mal profesional.Recuerdo cuando a las 8 salíamos a aplaudir, siempre se oía que por qué solo a los sanitarios y no también a los dependientes de los supermercados y yo todavía no he visto la tasa de contagios entre trabajadores de supermercados, pero en este país nos gusta mucho el café para todos. Yo os deseo a todos, familias, alumnos y docentes, un buen curso, aunque yo no albergo muchas esperanzas.

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