Cada vez que pulsamos un
interruptor de luz o conectamos un dispositivo eléctrico somos un poco más
pobres. Hacia el final del artículo verás cómo se las arreglan las eléctricas
para que no nos dejen pagar poco por la energía que necesitamos.
La energía es un bien necesario
pero, también, es un valor de mercado, una fuente de ingresos segura para
grandes compañías explotadoras y una vía fácil de conseguir un suplemento
impositivo. Cuando oímos que «sube la luz» distintos mecanismos mercantiles y
energéticos han sido pulsados creando como consecuencia este escenario que no
afecta de la misma manera a todos los consumidores.
En primer lugar hemos de
distinguir entre dos variables bien conocidas por todos que se encargan de
poner precio a un bien, la oferta y la demanda. Los demandantes somos todos los
usuarios de energía en cualquiera de sus formas y quienes tiramos de contador
cuando ponemos la calefacción eléctrica en invierno, la refrigeración en
verano, cocinamos en nuestras cocinas eléctricas, cargamos nuestros móviles,
ordenadores o coches y un sinfín de tareas que tienen la mala costumbre de
costar dinero cada vez que funcionan.
Los oferentes son las compañías
eléctricas encargadas de inyectar a la red eléctrica la energía necesaria en
cada instante para cubrir las necesidades de los abonados.
Aparte de estos dos actores
principales encontramos los organismos reguladores del sector:
- Ministerio de Industria,
Turismo y Comercio encargado de gestionar el mercado mayorista al que deben
ofertar su producción la totalidad de las empresas generadoras.
- Comisión Nacional de la Energía
encargada de realizar la coordinación técnica necesaria para equilibrar en cada
instante la balanza entre demanda y oferta
- Consejo de Seguridad Nuclear
que es un ente de Derecho Público independiente de la Admón. General de Estado
que se rige por su Estatuto y establece las medidas de prevención y corrección
vinculadas a la energía nuclear y emergencias radiológicas
- Operador del Mercado Ibérico (OMI). En el polo español (OMIE) se encarga de
recibir las ofertas de venta emitidas para cada período de programación de los
participantes del mercado diario de energía eléctrica, recopila los datos
vinculados a dicha energía para considerarla en la casación de ofertas de venta
y adquisición partiendo de la oferta más barata hasta igualar la demanda.
Liquida los pagos y realiza los cobros de servicio y de gastos vinculados.
- Operador de Sistema (Red
Eléctrica Española o REE). Se encarga de
asegurar la continuidad y seguridad de las redes de suministro eléctrico en
nuestro territorio coordinando el sistema de generación y transporte.
Todos los puntos citados parecen
entenderse por sí mismos pero hay un factor clave vinculado al OMIE que incide
directamente en nuestra factura o, más concretamente, en la parte de factura
que no se destina a impuestos y gravámenes, el consumo. Permítaseme un inciso en este momento para aclarar lo
que en muchas ocasiones se escucha acerca de cómo poder ajustar el consumo de
forma más eficiente invirtiendo (esta palabra es clave) en
electrodomésticos de clase más elevada, adquiriendo viviendas de mejor
calificación energética, comprando lámparas de bajo consumo, apagando todo lo
que no necesites al instante, incorporando dispositivos telemétricos de consumo
a tiempo real o descargándote Apps que te avisarán de cuándo es más barata la
energía. Todo esto está muy bien y quitará un pellizco al recibo pero una parte
muy importante seguirá pagándose, incluso, sin tener consumo alguno.
Si estudias tu factura
encontrarás el término fijo de potencia
correspondiente a la potencia que reservas a la compañía para que la tengas
disponible en cualquier momento. En realidad es algo más que reprochable ya que
el Gobierno dedica más de 500 millones de euros cada año a la
ininterrumpibilidad del servicio, es decir, paga a las grandes empresas
productoras por si en momentos de picos de consumo tuvieran que dejarlas sin
suministro (cosa que nunca ha ocurrido).
Otra cosa es la energía consumida
que es la cantidad que realmente has empleado en abastecer tus
necesidades energéticas y que supone, paradójicamente, un porcentaje menor de
tu factura. Aquí la comercializadora escogida por el usuario multiplicará los kWh
consumidos por el precio de cada kWh (este factor es fundamental en las subidas
diarias de la luz que ahora veremos). Ambos
términos ya incluyen la cuantía de peaje
que es el coste que tiene la comercializadora de turno por usar las redes de la
distribuidora (aunque sea de su propia empresa matriz).
A fecha de 2018 el ministerio
para la Transición Ecológica, previo acuerdo de la comisión delegada del gobierno
para asuntos económicos, dictó las disposiciones para establecer los
costes de peajes de acceso en 2019. Aquí, el lobby energético estuvo fino
porque la comercializadora que usan mayoritariamente los usuarios de una zona
es la filial de la distribuidora de referencia (Endesa Energía y Endesa,
Iberdrola Generación e Iberdrola, Gas Natural Comercializadora y Gas Natural…)
y en muchos casos las redes están plenamente amortizadas aunque, bien es
cierto, deben realizarse ampliaciones y gestiones de mantenimiento pero, claro,
eso, también se cobra en la factura. Aquí puedes consultar el listado
de comercializadoras con las que
puedes contratar.
También a ambos términos (el de
potencia contratada y el de energía consumida) les afecta el impuesto sobre la
electricidad que es una vía recaudatoria del gobierno y se calcula
multiplicando la suma del coste de ambos por 1,05113 (a fecha del artículo) fijado
por Ley. Esto, aunque lo cobra la compañía, acaba en las arcas públicas y la
justificación del mismo es una delicia de la prosa: «Garantizar el consumo
responsable de los recursos limitados ofrecidos por la naturaleza y para
promover unas condiciones medioambientales que protejan la salud de las personas». Recuerdo aquella película de 1993 titulada “¿Por qué lo llaman «amor» cuando quieren decir «sexo»?” y me lleva a pensar que, esto, se podría titular ¿Por qué lo llaman «sostenibilidad»
cuando quieren decir «recaudación»?
Para los contadores nos ofrecen
la posibilidad de que podamos adquirirlos en propiedad (y la compañía de turno
puede solicitarte revisiones y cotejamientos cuando lo estime oportuno) o en
alquiler a razón de 0.81 €/mes para las unidades monofásicas digitales (a fecha
del artículo).
¿Y queda algo? Claro que sí, el
21 % IVA. En España se ha optado por gravar la energía como un bien de consumo
más mientras que en otros países como Reino Unido (5%), Italia (10%), Irlanda
(13,5%), Francia (16,7%), Alemania (19%) o Austria (20%) han contemplado la
realidad de considerarlo un bien básico (aunque hay otros como Suecia,
Dinamarca o Países Bajos que incluso lo han subido hasta el 25% pero, claro,
con un nivel de vida más alto que en nuestra piel de toro).
Podríamos preguntarnos si, al
menos, el gobierno de turno se preocupa de que las eléctricas hagan un
esfuerzo por usar cada vez energías más
limpias y eliminar más eficientemente los residuos. La respuesta es que el
esfuerzo, al final, también lo asume el usuario porque en torno al 19% de la
factura se dedica a este menester (incentivos a las energías renovables,
cogeneración y residuos) pero con un éxito más que cuestionable a juzgar por el
origen de la energía que nos llega (puedes consultar aquí la previsión
horaria).
Pero volviendo a cómo puede
afectarnos tanto una subida instantánea de la energía volvamos a comentar algún
aspecto de la función de la OMIE.
Hemos visto que se encarga de
recoger las ofertas de los generadores energéticos para adecuar la compra a las
necesidades de los consumidores. ¿Dónde está, entonces, el problema?
El problema lo encontramos en el
mercado energético. Hay tres: el mercado diario, el intradiario y el de servicios
complementarios.
En el mercado diario se presentan las ofertas por parte de los agentes
distribuidores, comercializadores y consumidores calificados por períodos de 24
horas (23 o 25 en los días con cambio de hora), se realiza la casación
partiendo de la oferta más barata hasta que se iguala con la demanda.
Puede ocurrir, empero, que la
demanda oscile y haya que realizar ajustes. Estos se llevan a cabo en el mercado intradiario que comparte
criterios de funcionamiento con el anterior. Ajustado el precio y cuantía de
este mercado se establece el programa horario final que está recogido en el link anterior y donde puede
verse las expectativas de contratación y consumo, el origen de la energía y las
desviaciones hasta la curva de consumo real.
El último es un mercado que
limita desequilibrios competitivos entre oferta y demanda y cuenta con
mecanismos de regulación que complementan el Mercado de Producción.
Conocido el mercado veamos ahora
cómo ponen precio al producto.
Establecidas las necesidades de
consumo, cada eléctrica hace una oferta de cantidad y precio por su energía
adjuntando su origen. A coste cero entran las nucleares (ya amortizadas) y las
renovables. Luego, se incorporan de menor a mayor coste las centrales hidroeléctricas,
las de gas de ciclo combinado y, por último, las que emplean carbón y
gas. Pues bien, aquí
viene el quid de la cuestión. El
precio final para TODAS las centrales oferentes se corresponderá con el precio
de LA MÁS CARA DE TODAS (las fósiles, por supuesto).
¿Hay truco? Es difícil pensar que no. Las
estimaciones de consumo se obtienen de un historial bien conocido por las
centrales generadores a lo que ayudan los nuevos contadores inteligentes que
permiten conocer qué se consume en cada casa en cada minuto. ¿Podría
ofertarse, en caso de contar con condiciones meteorológicas óptimas, solo con la
nuclear (amortizada) y las renovables? Parece más que
probable pero… ¿por qué siempre, en todas las ofertas, aparecen siempre las de combustible fósil para cubrir según qué cuotas de reparto? Al final, cada día, estaremos
pagando la energía al precio más caro posible.
¿Esto afecta a todo el mundo? Depende del tipo de contrato que tengas.
Si has contratado en la modalidad
Precio Voluntario Pequeño Consumidor
(PVPC), el sustituto de la Tarifa de
Último Recurso (TUR) tu tarifa reflejará las subidas y bajadas del coste
energético a diario. A esta tarifa te habrán adscrito si a fecha 1 de julio de
2014 no habías solicitado el cambio al Mercado
Libre.
En el Mercado Libre las tarifas
se revisan, normalmente, con carácter trimestral y si se produce un cambio en
el precio disponemos de 15 días para cambiarnos sin penalización. Aquí sí
pueden realizarse ofertas pues se trata de un acuerdo entre compañía y usuario
y se puede pactar una modalidad de pago fijo donde se acuerda un precio mensual
con una permanencia de 11 meses y en el mes 12 se efectúa una factura de ajuste
acorde a los precios de mercado o tarifas planas que se ajustan al perfil de
consumo y que están exentas de las fluctuaciones de este volátil mercado (salvo
cambio en la tarifa de peajes).
Créditos de imagen: https://bit.ly/2qChf1e
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